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ROMANOS 8. VICTORIOSOS EN CRISTO
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VICTORIOSOS EN CRISTO
ROMANOS 8:35 ¿Acaso hay algo que pueda separarnos del amor de Cristo? ¿Será que él ya no nos ama si tenemos problemas o aflicciones, si somos perseguidos o pasamos hambre o estamos en la miseria o en peligro o bajo amenaza de muerte? 37 Claro que no, a pesar de todas estas cosas, nuestra victoria es absoluta por medio de Cristo, quien nos amó. 38 Y estoy convencido de que nada podrá jamás separarnos del amor de Dios. Ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana. Ni siquiera los poderes del infierno pueden separarnos del amor de Dios. 39 Ningún poder en las alturas ni en las profundidades, de hecho, nada en toda la creación podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está revelado en Cristo Jesús nuestro Señor. NTV.
Es un hecho evidente que las penalidades y las circunstancias adversas no desaparecen de la vida de las personas cuando aceptan a Jesucristo como Su Señor y Salvador. En la vida de algunos seguidores de Cristo, en vez de disminuir estas adversidades, pareciesen que incrementaran más y más cuando aumentan su relación y su servicio al Señor. Este hecho podría ser una realidad en la vida del creyente, ya que Jesucristo no prometió a sus seguidores que una vez que le entreguen su vida y le sigan, los liberaría definitivamente de todas las situaciones adversas de este mundo, más bien les aseguró que sufrirían penalidades, sufrimientos y persecuciones por causa de su nombre. Jesucristo mismo pese a ser el Unigénito Hijo de Dios, cuando estuvo en este mundo, tuvo que enfrentarse a un sinfín de penalidades, inclusive a la muerte misma. Pero pese a todas estas penalidades, jamás se separó del amor de su Padre, sino que permaneció en ese amor hasta la muerte, pues nada ni nadie le iba a separar de ese profundo amor.
Cuando a la vida de los creyentes les llega las adversidades una tras otra, llegan a creer que Jesucristo no los ama y que los ha abandonado, pero no es así, ya que el Señor no abandona a ninguno de sus siervos, Él permanece junto a ellos hasta aún en los momentos más tenebrosos de sus vidas. Nada puede separar al creyente del amor de Jesucristo, Su muerte en la cruz del calvario a favor de todos los redimidos es prueba fehaciente de su profundo amor inquebrantable. Nada ni nadie impedirá su presencia constante en la vida de todos sus seguidores. No habrán cosas como los problemas, las dificultades, las persecuciones ni el hambre que puedan separar a Jesucristo de la vida de los que ha rescatado con su Preciosa sangre. Ni las fuerzas del mal, ni ninguna distancia, ni dimensión pueden borrar ni contrarrestar el amor que Cristo tiene por sus seguidores. A donde quiera que vayan, y sean cuales sean las circunstancias por las que estén atravesando, el amor de Dios estará presente para protegerlos. El amor que el Dios trino ha venido derramando en la vida de sus hijos, lo seguirá derramando hasta el final. Él los escogió desde la eternidad, los llama ahora en la fe, y los mantendrá en ella hasta que alcancen la gloria eterna en el reino de los cielos.
Todas estas situaciones adversas en lugar de separar del amor de Cristo al creyente, estas cosas sólo consiguen acercarlos más y más a Él. No sólo son vencedores, sino más que vencedores. No se trata sólo de que triunfen sobre estas formidables fuerzas, sino que al hacerlo dan gloria, honra y loor al único Dios verdadero. Pero todo esto no lo consiguen por medio de sus propias fortalezas, sino sólo por medio de aquel que los amó. Sólo el poder de Cristo puede sacar dulzura de la amargura, fortaleza de la debilidad, triunfo de en medio de la tragedia y bendición del quebrantamiento de corazón. La victoria del creyente sobre las adversidades de este mundo está garantizada en la victoria que Jesucristo obtuvo en el madero sobre la muerte y el pecado.
Queridos hermanos. Mientras estemos en este mundo, el dolor, el sufrimiento, las enfermedades, la muerte y las persecuciones seguirán siendo parte de nuestras vidas, pero ninguna de estas penalidades, podrán separarnos del amor de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, porque su amor permanece junto a nosotros a pesar de todas las situaciones adversas que puedan llegar a nuestras vidas. Si todas las adversidades no nos pueden separar del amor de Cristo, tampoco lo harán las artimañas de satanás y todos los huestes de maldad que gobiernan este mundo. El amor de Cristo por sus seguidores permanece, y permanecerá hasta la eternidad. Hermanos. Gracias a la victoria de Jesucristo en el madero sobre la muerte y el pecado, nosotros también somos victoriosos, y venceremos todas las adversidades de este mundo y permaneceremos en el amor del que nos rescató y nos redimió de la muerte y el pecado.
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VICTORIOSOS EN CRISTO
ROMANOS 8:35 ¿Acaso hay algo que pueda separarnos del amor de Cristo? ¿Será que él ya no nos ama si tenemos problemas o aflicciones, si somos perseguidos o pasamos hambre o estamos en la miseria o en peligro o bajo amenaza de muerte? 37 Claro que no, a pesar de todas estas cosas, nuestra victoria es absoluta por medio de Cristo, quien nos amó. 38 Y estoy convencido de que nada podrá jamás separarnos del amor de Dios. Ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana. Ni siquiera los poderes del infierno pueden separarnos del amor de Dios. 39 Ningún poder en las alturas ni en las profundidades, de hecho, nada en toda la creación podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está revelado en Cristo Jesús nuestro Señor. NTV.
Es un hecho evidente que las penalidades y las circunstancias adversas no desaparecen de la vida de las personas cuando aceptan a Jesucristo como Su Señor y Salvador. En la vida de algunos seguidores de Cristo, en vez de disminuir estas adversidades, pareciesen que incrementaran más y más cuando aumentan su relación y su servicio al Señor. Este hecho podría ser una realidad en la vida del creyente, ya que Jesucristo no prometió a sus seguidores que una vez que le entreguen su vida y le sigan, los liberaría definitivamente de todas las situaciones adversas de este mundo, más bien les aseguró que sufrirían penalidades, sufrimientos y persecuciones por causa de su nombre. Jesucristo mismo pese a ser el Unigénito Hijo de Dios, cuando estuvo en este mundo, tuvo que enfrentarse a un sinfín de penalidades, inclusive a la muerte misma. Pero pese a todas estas penalidades, jamás se separó del amor de su Padre, sino que permaneció en ese amor hasta la muerte, pues nada ni nadie le iba a separar de ese profundo amor.
Cuando a la vida de los creyentes les llega las adversidades una tras otra, llegan a creer que Jesucristo no los ama y que los ha abandonado, pero no es así, ya que el Señor no abandona a ninguno de sus siervos, Él permanece junto a ellos hasta aún en los momentos más tenebrosos de sus vidas. Nada puede separar al creyente del amor de Jesucristo, Su muerte en la cruz del calvario a favor de todos los redimidos es prueba fehaciente de su profundo amor inquebrantable. Nada ni nadie impedirá su presencia constante en la vida de todos sus seguidores. No habrán cosas como los problemas, las dificultades, las persecuciones ni el hambre que puedan separar a Jesucristo de la vida de los que ha rescatado con su Preciosa sangre. Ni las fuerzas del mal, ni ninguna distancia, ni dimensión pueden borrar ni contrarrestar el amor que Cristo tiene por sus seguidores. A donde quiera que vayan, y sean cuales sean las circunstancias por las que estén atravesando, el amor de Dios estará presente para protegerlos. El amor que el Dios trino ha venido derramando en la vida de sus hijos, lo seguirá derramando hasta el final. Él los escogió desde la eternidad, los llama ahora en la fe, y los mantendrá en ella hasta que alcancen la gloria eterna en el reino de los cielos.
Todas estas situaciones adversas en lugar de separar del amor de Cristo al creyente, estas cosas sólo consiguen acercarlos más y más a Él. No sólo son vencedores, sino más que vencedores. No se trata sólo de que triunfen sobre estas formidables fuerzas, sino que al hacerlo dan gloria, honra y loor al único Dios verdadero. Pero todo esto no lo consiguen por medio de sus propias fortalezas, sino sólo por medio de aquel que los amó. Sólo el poder de Cristo puede sacar dulzura de la amargura, fortaleza de la debilidad, triunfo de en medio de la tragedia y bendición del quebrantamiento de corazón. La victoria del creyente sobre las adversidades de este mundo está garantizada en la victoria que Jesucristo obtuvo en el madero sobre la muerte y el pecado.
Queridos hermanos. Mientras estemos en este mundo, el dolor, el sufrimiento, las enfermedades, la muerte y las persecuciones seguirán siendo parte de nuestras vidas, pero ninguna de estas penalidades, podrán separarnos del amor de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, porque su amor permanece junto a nosotros a pesar de todas las situaciones adversas que puedan llegar a nuestras vidas. Si todas las adversidades no nos pueden separar del amor de Cristo, tampoco lo harán las artimañas de satanás y todos los huestes de maldad que gobiernan este mundo. El amor de Cristo por sus seguidores permanece, y permanecerá hasta la eternidad. Hermanos. Gracias a la victoria de Jesucristo en el madero sobre la muerte y el pecado, nosotros también somos victoriosos, y venceremos todas las adversidades de este mundo y permaneceremos en el amor del que nos rescató y nos redimió de la muerte y el pecado.
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