310: La bendición de esperar en Dios 25/2/2024 #1288
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Pastor José Luis Cinalli
25/2/2024
La bendición de esperar en Dios
25/2/2024
La bendición de esperar en Dios
“Si deseamos algo que todavía no tenemos, debemos esperar con paciencia y confianza”, Romanos 8:25 (NTV).
A menudo Dios tarda más de lo que quisiéramos en cumplir sus promesas. En ese caso nuestro deber es esperar “con paciencia hasta que se cumplan las promesas de Dios”, Romanos 15:4 (NTV). “… A su debido tiempo cosecharemos numerosas bendiciones si no nos damos por vencidos”, Gálatas 6:9 (NTV). La Biblia dice que “Abraham esperó con paciencia y recibió lo que Dios le había prometido”, Hebreos 6:15 (NTV). ¿Eres acreedor de una promesa que está retenida temporalmente? Ejercítate en la paciencia mientras esperas la bendición prometida pero aún no cumplida. “Aunque tardare… espéralo… tú no te desesperes, aún no ha llegado la hora de que todo… se cumpla, pero puede asegurarte que se cumplirá sin falta”, Habacuc 2:3 (RV, TLA). “Perseverar con paciencia es lo que necesitan ahora… entonces recibirán todo lo que él ha prometido”, Hebreos 10:36 (NTV). Dios le prometió a Abraham la tierra de Canaán, pero pasaron siglos entre la promesa y el cumplimiento. Todos los patriarcas hasta la tercera generación “murieron… sin haber recibido lo prometido”, Hebreos 11:13. Simeón recibió la promesa de “que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor” (Lucas 2:26) y esto sucedió casi al final de su vida. Las promesas tienen una fecha exacta de cumplimiento, pero en la agenda de Dios. Cuando el Señor hace una promesa se compromete en cumplirla, pero no nos dice cuándo se cumplirá. Aun Cristo mismo espera en el cielo el cumplimiento de algunas promesas: está “esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies”, Hebreos 10:13. Concluimos diciendo: ¡Dios no cumple todas sus promesas de un solo golpe, pero ánimo porque el cumplimiento deseado está en camino!
Entonces, Dios cumple sus promesas pero no sabemos cuándo. Dios le dijo a Moisés: “... Sube para encontrarte conmigo... Sube... y espérame...”, Éxodo 24:1, 12 (NTV; TLA). Moisés tenía una promesa, pero no sabía cuánto tiempo debía esperar en la cumbre del monte. Su obligación era aguardar en el lugar secreto hasta que Dios se revelara. Como verás no solo la fe sino también la paciencia es esencial para obtener las bendiciones prometidas: “… Sigan el ejemplo de quienes, gracias a su fe y perseverancia, heredarán las promesas de Dios”, Hebreos 6:12 (NTV). Por eso el apóstol Pablo dijo: “Pedimos que se fortalezcan con todo el glorioso poder de Dios para que tengan toda la constancia y la paciencia que necesitan…”, Colosenses 1:11 (NTV); 2ª Tesalonicenses 3:5. Ahora bien, esperar con paciencia no es fácil. Es duro para la carne. La clave es la fe, un claro derivado de la comunión con Dios en el lugar secreto: “… Nuestra esperanza… viene por la fe. Mientras esperamos, el Espíritu nos mantiene viva esa esperanza”, Gálatas 5:5 (PDT). El escritor a los hebreos dijo que Dios no miente y que cumple lo que promete y “esas dos cosas nos dan confianza a los que nos refugiamos en él. Nos fortalecen para continuar en la esperanza que Dios nos da”, Hebreos 6:18 (PDT). Cuando alcanzamos plenitud al estar con Dios, esperar no resulta difícil. Juan el Bautista pudo esperar hasta la edad de treinta años para comenzar su ministerio público porque ya se sentía realizado al estar en la presencia de Dios. ¡Qué revelación! ¡La esperanza que necesitamos para esperar el cumplimiento de lo prometido nace de la comunión con Dios en el lugar secreto!
Dios espera que sus hijos aguarden aquello que desea darles, pero pocos reciben la bendición porque son pocos los que esperan hasta el cumplimiento. Cuando Moisés subió al monte y permaneció oculto por algunos días, los israelitas hicieron un becerro de oro porque perdieron la esperanza de volverlo a ver. La desesperanza nos hace cometer estupideces y perder bendiciones. Rut dijo a sus nueras: “… Si dijera que tengo esperanza, y si aún tuviera un marido esta noche y también diera a luz hijos… ¿estarían ustedes dispuestas a esperarlos hasta que ellos crecieran? ¡No… eso es imposible!”, Rut 1:12-13 (NBLH, TLA). El reloj de Dios va más despacio que el nuestro. La clave es no adelantarnos a los tiempos de Dios. Debemos ejercitarnos en la disciplina espiritual de esperar en Dios porque la impaciencia nos hace perder bendiciones. La gente prefiere entregarse a cualquier vil pasión presente que esperar el cumplimiento de una promesa, por más que ésta sea el cielo mismo. Tamar se entregó a la prostitución porque no le entregaron el marido prometido en el tiempo en que ella lo quería, Génesis 38. Algunos creyentes, al igual que Saúl, le ponen fecha límite a Dios. Viven consagrados por algún tiempo, pero de repente, cansados de esperar, toman un atajo al igual que Abraham o, hacen alianzas con el mundo que le cuestan un ojo de la cara como los israelitas hicieron con Nahas. Y, ¿sabes por qué sucede esto? Porque una cosa es creer una promesa y otra muy diferente es esperar su cumplimiento. La ecuación bíblica para la bendición es la siguiente: ¡Dios hace una promesa, la fe la cree y la paciencia espera pacientemente su cumplimiento! Abram le creyó a Dios cuando le prometió un hijo, pero no supo esperar y concibió un hijo “según la carne”, Gálatas 4:23. La promesa de la llenura del Espíritu Santo fue hecha a 500 personas (1ª Corintios 15:6) pero solo los que supieron esperar con paciencia experimentaron su Pentecostés, Hechos 1:15. Muchos creyentes fracasan en sus vidas y ministerios no por falta de llamado sino por falta de paciencia. Al igual que Moisés no saben esperar el tiempo de Dios y por años deambulan en el desierto. La impaciencia es la hermana menor de la incredulidad, y ambas, enemigas de la fe. La Biblia dice: “¡Cuán bienaventurados son todos los que en Él esperan!”, Isaías 30:18 (LBLA). “… Tengan paciencia mientras esperan…”, Santiago 5:7 (NTV). “Quédate quieto en la presencia del Señor, y espera con paciencia a que él actúe”, Salmo 37:7 (NTV). “Espera con paciencia al SEÑOR… sí, espera al SEÑOR con paciencia”, Salmo 27:14 (NTV); Romanos 8:25; Hebreos 10:36. El principio espiritual está muy claro: ¡la fe será recompensada si sabemos esperar pacientemente en Dios!
Uno de los secretos del lugar secreto es aguardar con paciencia hasta que Dios cumpla lo que nos ha prometido. Juan esperó el tiempo de Dios para comenzar su ministerio y fue un instrumento poderoso en sus manos: “… Vino palabra de Dios a Juan… Y él fue…”, Lucas 3:2-3. Insistimos en este punto: ¡Dios cumple lo que promete, pero generalmente la bendición no llega de golpe! La tan esperada bendición viene después de un tiempo de larga espera. ¿Existe alguna promesa que Dios te ha hecho? ¿Hay una palabra que Dios te ha dado? ¡Espera en Dios y espera a Dios! A menudo viene un largo y duro invierno entre la siembra en oración y la cosecha en bendición. La Biblia dice: “Tengan paciencia… y sigan orando”, Romanos 12:12 (NTV). Probablemente la dirección de Dios esté a punto de llegar. No dejes que la impaciencia malogre los mejores planes de Dios para tu vida. La parte más difícil de la fe es la última media hora, poco antes de que aparezca la respuesta y Dios cumpla sus promesas. Es en ese tiempo de espera donde muchos pierden su milagro. Es allí donde debemos perseverar con paciencia. “Dios… actúa a favor de los que esperan en él”, Isaías 64:4 (NTV). Tengamos la confianza plena de que Dios cumplirá sus promesas a la hora correcta y de la manera correcta. Confía en Dios, espera con paciencia y tendrás la recompensa. ¡Las bendiciones de Dios huelen a las personas pacientes!
¿Qué pierde el creyente por esperar el cumplimiento de las promesas divinas? Nada. Al contrario, hace acopio de gozo y bendiciones eternas: “Hay algunos que son constantes en hacer el bien… A ellos Dios les dará vida eterna”, Romanos 2:7 (PDT). Lo que el creyente pierde por no perseverar en la fe es mucho, pero muchísimo peor que lo que perdería por esperar: ¡pierde bendiciones eternas! “El que se mantenga firme hasta el fin será salvo”, Mateo 24:13 (NTV). “Tenemos parte con Cristo… si somos fieles hasta el fin”, Hebreos 3:14 (DHH, NTV). “Sé fiel hasta la muerte… y yo les daré como premio la vida eterna”, Apocalipsis 2:10 (RV60, TLA). Por otra parte, Dios no nos deja sin consuelo mientras esperamos el cumplimiento de sus promesas. La Biblia dice que existe un árbol “que daba fruto una vez al mes, o sea, doce veces al año. Sus frutos dan vida eterna, y sus hojas sirven para sanar las enfermedades de todo el mundo”, Apocalipsis 22:2 (TLA). Este árbol es Cristo mismo que da promesas y consolaciones para cada momento y situación que nos toque vivir. El creyente nunca sale con las manos vacías cuando acude a Cristo esperando un consuelo hasta que llegue el cumplimiento de lo prometido. Cuando Jesús regresó al cielo consoló a sus discípulos diciéndoles que vendría de nuevo para llevarlos consigo a la casa del Padre. Esto es hermoso pero, ¿cómo podrían soportar las muchas tormentas que se interpondrían entre la promesa y el cumplimiento? Jesús no los dejó sin consuelo. Les dio otra promesa para sustentarlos: la compañía del Espíritu Santo. Ten ánimo. ¡Dios siempre nos da esperanza y la esperanza hace parecer más corto el más largo retraso del bien prometido!
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