322: Bendecidos para bendecir 19/5/2024 #1300
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Pastor José Luis Cinalli
19/5/2024
Bendecidos para bendecir
19/5/2024
Bendecidos para bendecir
“Estas iglesias… son muy pobres. Pero… nos suplicaron… tener el privilegio de participar en la ofrenda para los creyentes de Jerusalén… Así que le hemos pedido a Tito… que… los anime a completar este ministerio de ofrendar… esta obra de gracia”, 2ª Corintios 8:2-6 (NTV, RV60).
Pablo llama a la ofrenda “obra de gracia” o “gracia de Dios” y desafía a los corintios a que “abunden en esta obra de gracia” (2ª Corintios 8:7, NBLH); es decir, en la gracia de ofrendar. ¿Por qué razón el apóstol persuade a los creyentes a ejercitarse en el “ministerio de ofrendar”? Porque los quiere bendecir. “… Pretendo que…ustedes reciban todos los beneficios de Dios por ser generosos… que lleguen a tener más en su cuenta delante de Dios”, Filipenses 4:17 (PDT, DHH). ¡Ya que la palabra “gracia” significa favor de Dios, la ofrenda es una bendición para nosotros! Jesús dijo: “Hay más bendición en dar que en recibir”, Hechos 20:35 (NTV). Dar no es más fácil que recibir, pero el que da es más bendecido. Ofrendar es un ejercicio espiritual que nos hace prósperos. La ofrenda no es un regalo para Dios sino un don de Dios para nosotros. ¡Cuando ofrendamos no estamos llenando la ‘canasta’ de Dios; más bien, Dios está llenando la nuestra! Al recibir la ofrenda enviada por los filipenses Pablo dijo: “Aunque esto… es digno de aprecio, lo que más feliz me hace es el bien merecido premio que habrán de recibir ustedes por su generosidad”, Filipenses 4:17 (NT-BAD). Y luego agregó: “Por eso… Dios les dará… todo lo que les haga falta… proveerá a todas sus necesidades…”, Filipenses 4:19 (TLA, BLA). ¡Darle a Dios nunca nos empobrece porque Dios nunca quedará en deudas con nosotros!
La iglesia de Filipo apoyaba económicamente el ministerio de Pablo, Filipenses 4. Gayo hacía lo mismo con los maestros y evangelistas itinerantes; y su comportamiento mereció el aplauso del apóstol Juan: “Amado, es magnífico el servicio que prestas a la obra de Dios al ayudar a los maestros y misioneros que pasan por tu casa… … Debemos ayudarlos porque haciéndolo nos convertimos en colaboradores suyos… en la difusión de la verdad”, 3ª Juan 1:5-8 (NT-BAD, NT-AF). Pablo le pidió a Tito que supliera las necesidades de los evangelistas itinerantes: “Preocúpate de que a Zenón… y a Apolo nada les falte para su viaje. Que nuestros hermanos aprendan a ser los primeros en la práctica del bien, ayudando en las necesidades más apremiantes…”, Tito 3:13-14 (BLPH). ¡Los que apoyan a quienes predican el verdadero evangelio comparten su recompensa!, 1º Samuel 30:24. La Biblia dice: “Siempre que podamos, hagamos el bien a todos, especialmente a nuestros hermanos en la fe”, Gálatas 6:10 (PDT); Romanos 15:25-26; 1ª Corintios 16:1. Pero cuidado, la ayuda que los hermanos le enviaron al apóstol, era una ofrenda a Dios. El servicio que prestamos a la obra de Dios es hecho a Dios mismo. “… Cada vez que ustedes hicieron algo por mis hermanos… lo hicieron por mí”, Mateo 25:40 (PDT). “Dios… nunca olvidará lo que ustedes han hecho, y siguen haciendo, para ayudar a su pueblo elegido…”, Hebreos 6:10 (TLA); Mateo 10:42. Dios espera que apoyemos su obra. Cuando los israelitas se quedaban con las ofrendas y diezmos que se utilizaban para el sostenimiento de los levitas, Dios los llamó ladrones, Malaquías 3. Por otra parte, la ofrenda enviada por la iglesia al apóstol Pablo, además de ser ofrecida a Dios, fue aceptada gratamente por Dios: “… Las ofrendas que ustedes me enviaron… son un sacrificio aceptado y agradable a Dios”, Filipenses 4:18 (NTV, CAS). Sembrar en la obra de Dios es un “sacrificio aceptado y agradable a Dios”.
La primera razón aludida por el apóstol Pablo para inspirar a los creyentes corintios a participar de la “obra de gracia” fue el ejemplo de los hermanos macedonios quienes insistieron en “tener el privilegio de participar en la ofrenda…”, 2ª Corintios 8:4 (NTV). La segunda razón aludida fue el ejemplo de Cristo (2ª Corintios 8:9) quien se ofrendó a sí mismo por toda la humanidad. La forma más elevada de dar es aquella que contiene la vida del ofrendante y Jesucristo es nuestro máximo ejemplo. Con semejante acto de generosidad, ¿cómo no ser generosos? Si Cristo se privó de tantas cosas en beneficio nuestro, ¿no deberíamos nosotros ‘negarnos a nosotros mismos’ por el bien de su obra? ¡Dios nos da el privilegio y la oportunidad para apoyar su obra y para eso nos prospera! No es pecado ser rico, las riquezas no son inmundas. Zaqueo era “muy rico” (Lucas 19:2, NTV) y Jesús dijo que la salvación había llegado a su casa “por cuanto él era hijo de Abraham”, Lucas 19:9. José de Arimatea era “varón bueno y justo” (Lucas 23:50) y también “rico”, Mateo 27:57. El problema no son las riquezas sino cómo las usamos. Y la Biblia señala el camino correcto de nuestros recursos: “Que empleen el dinero en hacer el bien, que se enriquezcan en buenas obras y que compartan lo que Dios les ha dado con los que están en necesidad. De esta forma estarán acumulando en el cielo un verdadero tesoro para sí mismos. ¡Es la única inversión eternamente segura!...”, 1ª Timoteo 6:18-19 (NT-BAD). Dios nos da capacidad productiva con el propósito de invertir y promover su reino: “… Dios… te da el poder para producir riquezas… a fin de confirmar su pacto…”, Deuteronomio 8:18 (NVI, RV60); 1º Samuel 2:7. La provisión divina es para los que tienen visión de reino. Dinero sin propósito eterno no viene de Dios. Jesús prometió “cien veces más” (Mateo 19:29) pero solo para aquellos que se siembran en Su reino. La finalidad de la prosperidad es glorificar a Dios. ¡Somos prosperados para bendecir!
Los macedonios entendieron que ofrendar “es una gracia”; es decir, una bendición de Dios. Por esta razón, aunque eran muy pobres, insistieron en tener el privilegio de ser parte en la obra de Dios, 2ª Corintios 8:4. Comprendían que todo lo que tenían venía de Dios y a Dios debía volver. Cuando ofrendamos le damos a Dios lo que es de Él: “¡Todo lo que tenemos ha venido de ti, y te damos solo lo que tú primero nos diste!”, 1º Crónicas 29:14 (NTV). La expresión “de lo mucho que nos da te damos un poco” suena feo, ¿no te parece? Si todo lo que tenemos, incluyendo las fuerzas, dones, capacidades y la vida misma, vienen de Dios, ¿por qué “darle un poco”? La verdad es que la ofrenda revela nuestro amor por Dios. Jesús dijo que debíamos amar a Dios “con todo el corazón… con toda el alma… con todas las fuerzas… con toda la mente...”, Lucas 10:27. Solo el que se sacrifica totalmente al Señor demuestra cuánto le ama. Pablo dijo: “Quiero que… sobresalgan en este acto bondadoso de ofrendar… pongo a prueba qué tan genuino es su amor…”, 2ª Corintios 8:7-8 (NTV). Dios quiere bendecirnos y una de las formas es la gracia de ofrendar. ¡Cuando somos mezquinos con Dios limitamos nuestras bendiciones! Malaquías dice que le robamos a Dios, pero en realidad nos robamos a nosotros mismos. El Señor dijo: “Pónganme a prueba… y vean si no abro las ventanas del cielo para derramar sobre ustedes una lluvia de bendiciones hasta que les sobre de todo”, Malaquías 3:10 (PDT). Entiéndase bien, nuestra motivación al dar no tiene que ser obtener más recursos de Dios; pero es una gran verdad que aquellos que se siembran a sí mismos, incluyendo sus recursos, son grandemente bendecidos por ÉL. A través de esta disciplina espiritual llamada ‘obra de gracia’ podemos crecer y ser bendecidos o empobrecernos y empequeñecernos. Es un hecho que ¡los únicos que pueden limitar las bendiciones de Dios somos nosotros! ¿Recuerdas la viuda endeudada de 2º Reyes 4? Para salir de la quiebra económica Eliseo le ordenó buscar vasijas vacías y echar en ellas el poco aceite que tenía en casa. El milagro del aceite fluyendo se acabó cuando se terminaron las vasijas. La cantidad de aceite dependía de la cantidad de vasijas y la cantidad de vasijas dependía de la mujer. ¿Quién le puso límites a la manifestación sobrenatural de Dios? ¡La viuda! El único estorbo para la bendición divina somos nosotros mismos.
La Biblia dice que los creyentes macedonios “dieron más allá de sus fuerzas” (2ª Corintios 8:3) y dieron “con desbordante alegría… y rica generosidad”, 2ª Corintios 8:2 (BAD). Creyentes pobres dando alegre y generosamente a creyentes pobres viviendo en Jerusalén. La explicación es esta: “Se dieron primeramente al Señor”, 2ª Corintios 8:5. Ellos se ofrendaron a sí mismos demostrando su gran amor a Dios. La ofrenda revela nuestro corazón. ¿De qué manera demostró Dios su gran amor por nosotros? Con su ofrenda. Al darnos a su hijo demostró cuánto nos ama. David reveló su gran pasión por Dios al dar sudorosamente para la edificación del templo: “... Debido a la devoción que tengo por el templo de mi Dios, entrego todos mis propios tesoros de oro y de plata para ayudar en la construcción... Entonces... todos ofrendaron voluntariamente... El pueblo, lleno de generosidad, se alegraba de ofrecer… al Señor…”, 1º Crónicas 29:3-9 (NTV, BNP). No existe una ofrenda más excelsa que el darse a sí mismo a Dios. Si nos atrevemos a ir al altar con ‘todo’ y lo sacrificamos ‘todo’ con alegría; el altar lo recibirá y lo convertirá en una gran bendición no solo para nosotros sino también para el mundo entero. ¿Y sabes por qué? Porque “Dios ama al dador alegre”, 2ª Corintios 9:7.
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