335: El legado de un líder, ¡Cuídate a ti mismo… y de ti mismo! 28/7/2024 #1310
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Pastor José Luis Cinalli
28/7/2024
El legado de un líder, ¡Cuídate a ti mismo… y de ti mismo!
“Ten cuidado de ti mismo y de lo que enseñas… Si lo haces… te salvarás a ti mismo y salvarás también a los que te escuchan”, 1ª Timoteo 4:16.
Son muchos los que prometen revelar el secreto del crecimiento de la iglesia. Sin embargo, el único consejo bíblico que asegura la salvación de las personas es cuidar la vida espiritual y predicar la sana doctrina.
Si no nos cuidamos podemos sufrir un naufragio espiritual; y si no cuidamos la doctrina podríamos estar financiando el viaje al infierno de aquellos que nos escuchan. Velar por nuestra condición espiritual como método para que las personas conozcan a Cristo es tan importante que la Biblia lo menciona tres veces, Hechos 20:28; 1ª Timoteo 4:16; Lucas 21:34. Entonces, ¡los dos requisitos esenciales de un líder efectivo y aprobado por Dios son su enseñanza y la rigurosa vigilancia de su vida espiritual! La doctrina aprovecha, ¡claro que sí!, siempre que el líder sea santo. Y si lo que enseña no es la sana doctrina su pureza no sirve de nada. Un líder puede salvar un alma pero al mismo tiempo desperdiciar la suya para siempre. Debemos predicar el evangelio puro y vivir en pureza o nos perderemos para siempre. Hace muchos años hubo un gran incendio en Alemania. Un perro aullaba con furia en medio de la noche. Nada lo callaba, pero gracias a sus ladridos la familia despertó a tiempo para escapar de las llamas. Sus vidas fueron salvadas, mientras que el perro murió porque estaba encadenado. Los que trabajan en las cosas sagradas deben tener mucho cuidado para que las personas que lideran no ‘mueran’ de la misma manera. No permitamos que nuestros pecados nos encadenen. No sea que mientras advertimos a otros, nosotros mismos nos perdamos para siempre.
El ministerio efectivo comienza con el cuidado personal. “Ten cuidado de ti mismo…”, 1ª Timoteo 4:16. ¿Qué significa cuidarse a uno mismo? ¿Comer sano? ¿Hacer ejercicio? ¿Dormir bien? ¿Elegir cuidadosamente las amistades? Mucho más que eso. Es un claro llamado a ser responsable de nuestro bienestar espiritual. Pablo dijo: “… Disciplínate a ti mismo para la piedad”, 1ª Timoteo 4:7. Nos disciplinamos para la piedad practicando las disciplinas espirituales. Las presiones del ministerio suelen erosionar la vida secreta del líder. ¡No nos volvemos parecidos a Cristo ejerciendo el ministerio sino pasando tiempo con Él! Una de las razones para tener cuidado de nosotros mismos es que estamos expuestos a mayores tentaciones que los demás. Satanás no es tonto. Sabe que si puede hacer caer a un líder tendrá un efecto más dañino en la iglesia que si hace caer al hombre que va una vez al mes y se sienta en la última fila. Por tanto, ¡cuídate a ti mismo y de ti mismo! La única manera en que el ministerio de una persona puede ser bíblicamente efectivo es que su vida esté aprobada por Dios. Si alguien predica sin tener una verdadera relación con Dios o sabiendo que hay pecado en su vida estará predicando juicio para sí mismo, Santiago 3:1. ¡Asegúrate de que estás convertido porque podrías estar predicando acerca de Cristo sin haber conocido a Cristo! Hay quienes predican el evangelio que ellos mismos todavía no recibieron. Son muchos los predicadores que hoy están en el infierno, quienes advirtieron muchas veces a sus oyentes de la necesidad de escapar de él.
El líder no puede compartir con otros lo que él mismo no posee. El liderazgo fluye de una vida fiel a Dios y no solo de su conocimiento: “… Debes ser un ejemplo… un modelo de los creyentes… en la forma en que enseñas y vives… por tu… caridad… fe y tu vida irreprochable”, 1ª Timoteo 4:12. Si el ministro es elegante, gracioso o buena onda; si se viste a la moda, es popular o habla bonito, importa poco. Lo que interesa es que sea ejemplo en lo que enseña y en cómo vive. Debe ser santo hasta en “los pensamientos”, 1ª Timoteo 4:16. Entonces, cuidado con quejarnos si no somos respetados. No se trata de golpear el púlpito y exigir lealtad cuando nuestra vida está repleta de impurezas y llena de frivolidad. El llamado principal del líder no es entretener o divertir, es predicar la sana doctrina viviendo una vida irreprochable.
Ahora bien, ¡la vida personal del ministro debe ser tan pura como su doctrina! “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina…”, 1ª Timoteo 4:16. El ministro debe enfocarse en Dios y en su Palabra, no en las modas de los hombres. Jesús dijo: “Escudriñad las Escrituras”, Juan 5:39. “Esdras se dedicaba a estudiar la ley del Señor, a ponerla en práctica y a enseñar a los israelitas sus leyes y mandatos”, Esdras 7:10. Los creyentes de Berea “estudiaban las Escrituras todos los días...”, Hechos 17:11. El caso más significativo es el de Pablo que, aun siendo anciano y a punto de partir, seguía estudiando las Escrituras: “Cuando vengas... tráeme... mis libros y especialmente mis pergaminos”, 2ª Timoteo 4:13. Pablo está en la cárcel escribiendo el último capítulo de la última carta del N.T. y le pide a Timoteo que le traiga sus libros y pergaminos que incluían, sin lugar a dudas, copias de las Escrituras. Pablo sabe que es el final de su carrera aquí en la tierra y aun así está interesado en conocer mejor a Dios. No olvidemos que Pablo había estado en el tercer cielo (2ª Corintios 12:1-6), había visto a Jesús (Hechos 9:5), estaba lleno del Espíritu, tenía poder para hacer milagros (Hechos 14:10) y sabiduría para escribir las Escrituras (2ª Pedro 3:16). Sin embargo, siguió estudiando la Palabra de Dios hasta que murió. ¡Si seguimos su ejemplo nuestras vidas y ministerios serán tan bendecidos como las de él!
Es una verdad irrefutable que la vida del líder influye en el bienestar espiritual y eterno de quienes lidera. La Biblia dice: “El hombre que honra al Señor y se complace en sus mandatos” (Salmo 112:1, DHH) tendrá “una descendencia… bendecida” (Salmo 112:2, BAD); “abundantes riquezas en su casa”, (Salmo 112:3, BDA2010); un hogar lleno de luz (Salmo 112:4); sabiduría “para administrar sus bienes” (Salmo 112:5, PDT); una vida protegida “porque el Señor lo cuidará” (Salmo 112:7); “tendrá influencia y recibirá honor” (Salmo 112:9, NTV) y “será gloriosamente exaltado”, Salmo 112:9. Veamos algunos ejemplos bíblicos. David recibió el título de “varón conforme al corazón de Dios” (Hechos 13:22) por su gran devoción por el Señor. Es cierto que pecó, pero se arrepintió y nunca se apartó de Él. Cuando David comenzó a reinar, Israel estaba en pésimas condiciones. Cuando le entregó la corona a su hijo, las fronteras de su imperio se extendían desde el Mediterráneo hasta el Éufrates. Más que eso: ¡David unificó el reino y restauró la divina Presencia a toda la nación! Salomón, por su parte, comenzó bien pero se apartó del Señor y ‘las diosas de sus esposas extranjeras’ terminaron reinando en Israel.
Salomón tenía todo para ser el mejor rey de Israel y terminó siendo el peor. ¿Cuál fue su legado? Una nación sin Dios y enemigos por todas partes. El hombre más sabio del mundo terminó destruyendo todo lo que había construido. Subestimó la elección divina y nunca dejó que Dios sea su padre, 1ª Crónicas 22:10. Además tuvo en poco el sabio consejo de su papá, quién le pidió encarecidamente que buscara y sirviera a Dios de todo corazón, 1º Crónicas 28:9. Y despreció también la promesa que Dios mismo le había hecho: “Si me sigues… como lo hizo tu padre David y obedeces todos mis mandatos… estableceré tu dinastía… para siempre… Pero si tú o tus descendientes me abandonan… entonces desarraigaré a Israel de la tierra que le he dado… Haré que Israel sea objeto de burla y de ridículo entre las naciones”, 1ª Reyes 9:4-7 (NTV). Salomón hizo todo lo posible para irritar a Dios con el solo propósito de satisfacer el capricho de las mil mujeres que tenía en su harén. Salomón amó más a sus mujeres que a Dios; se “apegó a ellas con amor” (1º Reyes 11:2, NBLH) y ellas se convirtieron en sus diosas. No aprendió de los errores de su padre; al contrario, se aprovechó de ellos para justificar los propios. Idolatró la majestuosa obra de sus manos. Salomón se olvidó del Dios del templo e hizo un ídolo del templo de Dios. En el apogeo de su ministerio descuidó la comunión con el Señor. Escuchemos el estruendo de las sucesivas olas: “Su corazón no era perfecto” (1ª Reyes 11:4); “hizo lo malo ante los ojos de Jehová” (1ª Reyes 11:6); “el Señor se enojó” (1ª Reyes 11:9) y finalmente “te arrancaré el trono…”, 1º Reyes 11:11. Aprendamos la lección: ¡la obra exitosa de un ministro no sustituye su relación con Dios! A pesar de todo, Dios dijo: “Por amor a… David… quien obedeció mis mandatos… mantendré a Salomón como líder el resto de sus días, pero le quitaré el reino a su hijo…”, 1º Reyes 11:34-35. Roboam heredó parte del reino gracias a la fidelidad de su abuelo David. “El Señor… es un Dios fiel que mantiene por mil generaciones su pacto y fiel amor hacia todos aquellos que lo aman y obedecen sus mandamientos”, Deuteronomio 7:9. ¡Si nos consagramos a Dios los hijos de nuestros hijos se beneficiarán por ello!
28/7/2024
El legado de un líder, ¡Cuídate a ti mismo… y de ti mismo!
“Ten cuidado de ti mismo y de lo que enseñas… Si lo haces… te salvarás a ti mismo y salvarás también a los que te escuchan”, 1ª Timoteo 4:16.
Son muchos los que prometen revelar el secreto del crecimiento de la iglesia. Sin embargo, el único consejo bíblico que asegura la salvación de las personas es cuidar la vida espiritual y predicar la sana doctrina.
Si no nos cuidamos podemos sufrir un naufragio espiritual; y si no cuidamos la doctrina podríamos estar financiando el viaje al infierno de aquellos que nos escuchan. Velar por nuestra condición espiritual como método para que las personas conozcan a Cristo es tan importante que la Biblia lo menciona tres veces, Hechos 20:28; 1ª Timoteo 4:16; Lucas 21:34. Entonces, ¡los dos requisitos esenciales de un líder efectivo y aprobado por Dios son su enseñanza y la rigurosa vigilancia de su vida espiritual! La doctrina aprovecha, ¡claro que sí!, siempre que el líder sea santo. Y si lo que enseña no es la sana doctrina su pureza no sirve de nada. Un líder puede salvar un alma pero al mismo tiempo desperdiciar la suya para siempre. Debemos predicar el evangelio puro y vivir en pureza o nos perderemos para siempre. Hace muchos años hubo un gran incendio en Alemania. Un perro aullaba con furia en medio de la noche. Nada lo callaba, pero gracias a sus ladridos la familia despertó a tiempo para escapar de las llamas. Sus vidas fueron salvadas, mientras que el perro murió porque estaba encadenado. Los que trabajan en las cosas sagradas deben tener mucho cuidado para que las personas que lideran no ‘mueran’ de la misma manera. No permitamos que nuestros pecados nos encadenen. No sea que mientras advertimos a otros, nosotros mismos nos perdamos para siempre.
El ministerio efectivo comienza con el cuidado personal. “Ten cuidado de ti mismo…”, 1ª Timoteo 4:16. ¿Qué significa cuidarse a uno mismo? ¿Comer sano? ¿Hacer ejercicio? ¿Dormir bien? ¿Elegir cuidadosamente las amistades? Mucho más que eso. Es un claro llamado a ser responsable de nuestro bienestar espiritual. Pablo dijo: “… Disciplínate a ti mismo para la piedad”, 1ª Timoteo 4:7. Nos disciplinamos para la piedad practicando las disciplinas espirituales. Las presiones del ministerio suelen erosionar la vida secreta del líder. ¡No nos volvemos parecidos a Cristo ejerciendo el ministerio sino pasando tiempo con Él! Una de las razones para tener cuidado de nosotros mismos es que estamos expuestos a mayores tentaciones que los demás. Satanás no es tonto. Sabe que si puede hacer caer a un líder tendrá un efecto más dañino en la iglesia que si hace caer al hombre que va una vez al mes y se sienta en la última fila. Por tanto, ¡cuídate a ti mismo y de ti mismo! La única manera en que el ministerio de una persona puede ser bíblicamente efectivo es que su vida esté aprobada por Dios. Si alguien predica sin tener una verdadera relación con Dios o sabiendo que hay pecado en su vida estará predicando juicio para sí mismo, Santiago 3:1. ¡Asegúrate de que estás convertido porque podrías estar predicando acerca de Cristo sin haber conocido a Cristo! Hay quienes predican el evangelio que ellos mismos todavía no recibieron. Son muchos los predicadores que hoy están en el infierno, quienes advirtieron muchas veces a sus oyentes de la necesidad de escapar de él.
El líder no puede compartir con otros lo que él mismo no posee. El liderazgo fluye de una vida fiel a Dios y no solo de su conocimiento: “… Debes ser un ejemplo… un modelo de los creyentes… en la forma en que enseñas y vives… por tu… caridad… fe y tu vida irreprochable”, 1ª Timoteo 4:12. Si el ministro es elegante, gracioso o buena onda; si se viste a la moda, es popular o habla bonito, importa poco. Lo que interesa es que sea ejemplo en lo que enseña y en cómo vive. Debe ser santo hasta en “los pensamientos”, 1ª Timoteo 4:16. Entonces, cuidado con quejarnos si no somos respetados. No se trata de golpear el púlpito y exigir lealtad cuando nuestra vida está repleta de impurezas y llena de frivolidad. El llamado principal del líder no es entretener o divertir, es predicar la sana doctrina viviendo una vida irreprochable.
Ahora bien, ¡la vida personal del ministro debe ser tan pura como su doctrina! “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina…”, 1ª Timoteo 4:16. El ministro debe enfocarse en Dios y en su Palabra, no en las modas de los hombres. Jesús dijo: “Escudriñad las Escrituras”, Juan 5:39. “Esdras se dedicaba a estudiar la ley del Señor, a ponerla en práctica y a enseñar a los israelitas sus leyes y mandatos”, Esdras 7:10. Los creyentes de Berea “estudiaban las Escrituras todos los días...”, Hechos 17:11. El caso más significativo es el de Pablo que, aun siendo anciano y a punto de partir, seguía estudiando las Escrituras: “Cuando vengas... tráeme... mis libros y especialmente mis pergaminos”, 2ª Timoteo 4:13. Pablo está en la cárcel escribiendo el último capítulo de la última carta del N.T. y le pide a Timoteo que le traiga sus libros y pergaminos que incluían, sin lugar a dudas, copias de las Escrituras. Pablo sabe que es el final de su carrera aquí en la tierra y aun así está interesado en conocer mejor a Dios. No olvidemos que Pablo había estado en el tercer cielo (2ª Corintios 12:1-6), había visto a Jesús (Hechos 9:5), estaba lleno del Espíritu, tenía poder para hacer milagros (Hechos 14:10) y sabiduría para escribir las Escrituras (2ª Pedro 3:16). Sin embargo, siguió estudiando la Palabra de Dios hasta que murió. ¡Si seguimos su ejemplo nuestras vidas y ministerios serán tan bendecidos como las de él!
Es una verdad irrefutable que la vida del líder influye en el bienestar espiritual y eterno de quienes lidera. La Biblia dice: “El hombre que honra al Señor y se complace en sus mandatos” (Salmo 112:1, DHH) tendrá “una descendencia… bendecida” (Salmo 112:2, BAD); “abundantes riquezas en su casa”, (Salmo 112:3, BDA2010); un hogar lleno de luz (Salmo 112:4); sabiduría “para administrar sus bienes” (Salmo 112:5, PDT); una vida protegida “porque el Señor lo cuidará” (Salmo 112:7); “tendrá influencia y recibirá honor” (Salmo 112:9, NTV) y “será gloriosamente exaltado”, Salmo 112:9. Veamos algunos ejemplos bíblicos. David recibió el título de “varón conforme al corazón de Dios” (Hechos 13:22) por su gran devoción por el Señor. Es cierto que pecó, pero se arrepintió y nunca se apartó de Él. Cuando David comenzó a reinar, Israel estaba en pésimas condiciones. Cuando le entregó la corona a su hijo, las fronteras de su imperio se extendían desde el Mediterráneo hasta el Éufrates. Más que eso: ¡David unificó el reino y restauró la divina Presencia a toda la nación! Salomón, por su parte, comenzó bien pero se apartó del Señor y ‘las diosas de sus esposas extranjeras’ terminaron reinando en Israel.
Salomón tenía todo para ser el mejor rey de Israel y terminó siendo el peor. ¿Cuál fue su legado? Una nación sin Dios y enemigos por todas partes. El hombre más sabio del mundo terminó destruyendo todo lo que había construido. Subestimó la elección divina y nunca dejó que Dios sea su padre, 1ª Crónicas 22:10. Además tuvo en poco el sabio consejo de su papá, quién le pidió encarecidamente que buscara y sirviera a Dios de todo corazón, 1º Crónicas 28:9. Y despreció también la promesa que Dios mismo le había hecho: “Si me sigues… como lo hizo tu padre David y obedeces todos mis mandatos… estableceré tu dinastía… para siempre… Pero si tú o tus descendientes me abandonan… entonces desarraigaré a Israel de la tierra que le he dado… Haré que Israel sea objeto de burla y de ridículo entre las naciones”, 1ª Reyes 9:4-7 (NTV). Salomón hizo todo lo posible para irritar a Dios con el solo propósito de satisfacer el capricho de las mil mujeres que tenía en su harén. Salomón amó más a sus mujeres que a Dios; se “apegó a ellas con amor” (1º Reyes 11:2, NBLH) y ellas se convirtieron en sus diosas. No aprendió de los errores de su padre; al contrario, se aprovechó de ellos para justificar los propios. Idolatró la majestuosa obra de sus manos. Salomón se olvidó del Dios del templo e hizo un ídolo del templo de Dios. En el apogeo de su ministerio descuidó la comunión con el Señor. Escuchemos el estruendo de las sucesivas olas: “Su corazón no era perfecto” (1ª Reyes 11:4); “hizo lo malo ante los ojos de Jehová” (1ª Reyes 11:6); “el Señor se enojó” (1ª Reyes 11:9) y finalmente “te arrancaré el trono…”, 1º Reyes 11:11. Aprendamos la lección: ¡la obra exitosa de un ministro no sustituye su relación con Dios! A pesar de todo, Dios dijo: “Por amor a… David… quien obedeció mis mandatos… mantendré a Salomón como líder el resto de sus días, pero le quitaré el reino a su hijo…”, 1º Reyes 11:34-35. Roboam heredó parte del reino gracias a la fidelidad de su abuelo David. “El Señor… es un Dios fiel que mantiene por mil generaciones su pacto y fiel amor hacia todos aquellos que lo aman y obedecen sus mandamientos”, Deuteronomio 7:9. ¡Si nos consagramos a Dios los hijos de nuestros hijos se beneficiarán por ello!
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