340: El Espíritu Santo, ¿Dios o la fuerza de Dios? - 1/9/2024 - #1315
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Pastor José Luis Cinalli
1/9/2024
El Espíritu Santo, ¿Dios o la fuerza de Dios?
1/9/2024
El Espíritu Santo, ¿Dios o la fuerza de Dios?
El Espíritu Santo ha sido motivo de grandes debates teológicos. ¿Es Dios o es la invisible y activa fuerza del Todopoderoso Dios? ¿Es una persona o es una influencia? La Biblia dice que el Espíritu Santo es Dios. Cuando Ananías fingió generosidad Pedro le dijo: “… Le mentiste al Espíritu Santo… ¡No nos mentiste a nosotros sino a Dios!”, Hechos 5:3-4 (NTV). Pedro no dijo que Ananías le mintió al Espíritu Santo y a Dios; dijo que le mintió a Dios; ¡a Dios el Espíritu Santo! ¡Ananías no le mintió a Dios el Padre sino a Dios el Espíritu Santo! Por otra parte, Pedro creía que el Espíritu Santo era una persona, porque no se le puede mentir a una fuerza, ¡solo se le puede mentir a una persona!
El Espíritu Santo posee atributos divinos:
1. Es Creador. “El Espíritu de Dios me ha creado...”, Job 33:4 (NTV). “Su Espíritu hermoseó los cielos…”, Job 26:13 (BTX). “Si envías tu Espíritu… todo en la tierra cobra nueva vida”, Salmo 104:30 (BAD, TLA); Génesis 1:1-2. Si el Espíritu Santo no es Dios, entonces es un ser creado; pero la Biblia asegura que las tres personas de la divinidad estuvieron involucradas en la creación del mundo, Colosenses 1:16; Job 33:4 y Salmo 104:30. Por eso “Dios dijo: Hagamos al hombre a nuestra imagen”, Génesis 1:26. Observa este detalle. Todo comenzó con Dios. ¿No deberíamos seguir este principio espiritual en todo lo que emprendemos? La primera piedra de cada edificio, nuestro primer pensamiento cada mañana, el primer objetivo y propósito de toda actividad debe ser consagrado primero a Dios. ¡Por siempre Dios en primer lugar! El Libro de los Libros comienza con Dios y termina con la gloria de la Nueva Jerusalén. Eso quiere decir que si Dios tiene la preeminencia en todo lo que iniciamos tenemos la garantía de que todo terminará en bendición.
2. Es Eterno. “Espíritu Santo Eterno…”, Hebreos 9:14 (NT-BAD). No existe un ser celestial, aparte de Dios, que sea eterno porque todos tuvieron principio, todos fueron creados por Dios.
3. Es Omnipresente. “… Jamás podría yo alejarme de tu espíritu o pretender huir de ti”, Salmo 139:7 (TLA). Una cosa es la omnipresencia de Dios y otra es Su manifiesta presencia. Dios está en todas partes pero, ¡se manifiesta solo donde lo honran!
4. Es Omnipotente. La resurrección de Cristo es atribuida al Espíritu Santo: “El Espíritu de Dios… levantó a Jesús de los muertos”, Romanos 8:11 (NTV). “El Espíritu Santo se acercará a ti; el Dios altísimo te cubrirá con su poder…”, Lucas 1:35 (TLA). La concepción virginal de María fue un milagro que solo Dios pudo hacer. Pablo dijo: “Por el poder del Espíritu Santo he hecho muchos milagros…”, Romanos 15:19 (TLA). Jesús dijo que la blasfemia contra el Espíritu es imperdonable (Mateo 12:31) algo incomprensible a menos que el Espíritu Santo sea divino. Pero quizás la obra más asombrosa del Espíritu sea su habilidad para cambiar los corazones humanos, Juan 3.
5. Es Omnisciente. “… El Espíritu lo examina todo, hasta las cosas más profundas de Dios…”, 1ª Corintios 2:10 (DHH). Si el Espíritu Santo sabe todo lo que Dios sabe, evidentemente es Dios. Solo Él tiene la capacidad de revelarnos la sabiduría de Dios. “… El Espíritu… los guiará a toda la verdad…”, Juan 16:13 (NTV). El Espíritu Santo está dispuesto a guiarnos, impulsar nuestras acciones, inspirar nuestros propósitos y moldear nuestro carácter. ¡Cuánto más nos rendimos al Espíritu más bendecidos y efectivos somos! Por eso es de vital importancia desarrollar una relación de amistad siempre creciente con el Espíritu. Él nos hace entender las Escrituras, nos revela a Cristo, nos da poder para enfrentar las tentaciones y la sabiduría para resolver los problemas. No se puede ser un cristiano victorioso ni un líder efectivo sin la dependencia del Espíritu Santo. Fue precisamente esta lección la que Dios nos recordó en este pasado retiro espiritual. Nuestro llamado es guiar a las personas a conocer a Dios y a depender de Él, desarrollando una relación de amor siempre creciente con el Espíritu Santo. Toda actividad ministerial debe estar enfocada en este propósito.
El Espíritu Santo realiza obras que solo Dios puede hacer:
1. Libera a los endemoniados. “… Yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios”, Mateo 12:28. El milagro de expulsar demonios fue atribuido al Espíritu Santo, lo que es lo mismo “al dedo de Dios”, Lucas 11:20. No existe ninguna etapa de nuestra peregrinación terrenal en la que podamos prescindir del poder del Espíritu para liberarnos de las obras de la carne y de las tinieblas.
2. Regenera a las personas. Jesús le dijo a Nicodemo que para entrar en el reino necesitaba nacer de nuevo y aclaró que “las personas nacen del Espíritu”, Juan 3:8 (NTV); Romanos 8:2. El Espíritu Santo es el portador del germen de vida nueva para todo aquel que se rinde a Jesucristo.
3. Resucita a los muertos. “… El Espíritu… hará que sus cuerpos… despierten a la vida después de la muerte…”, Romanos 8:11 (NT-BAD). El ejemplo bíblico más claro es el popular pasaje del valle de los huesos secos, Ezequiel 37. ¿Recuerdas la historia? Dios le dijo al profeta: “Anuncia un mensaje profético a estos huesos y diles… pondré aliento dentro de ustedes y haré que vuelvan a vivir”, Ezequiel 37:4-5 (NTV). ¿Y qué sucedió? Se juntaron los huesos hasta formarse esqueletos enteros. Luego se formaron músculos y apareció carne sobre los huesos, pero todavía sin vida, Ezequiel 37:7-8. Un valle repleto de cuerpos revividos pero sin aliento de vida. Entonces Dios le ordenó al profeta que clamara por el Espíritu: “… Llama al Espíritu. Dirás al Espíritu… ¡Espíritu, ven… sopla sobre estos muertos para que vivan!”, Ezequiel 37:9 (BLA). Y fue entonces que “todos volvieron a la vida y se pusieron de pie”, Ezequiel 37:10 (NTV). Advierte la lección. Ezequiel había proclamado la Palabra de Dios; sin embargo, no fue suficiente, faltaba la obra del Espíritu para que los cuerpos recreados volvieran a respirar. Lo que Ezequiel tenía que hacer era invocar audazmente al Espíritu para que viniera sobre aquellos en quienes la Palabra de Dios había obrado. No alcanzaba con predicar, Ezequiel debía orar. Lo que la predicación por sí sola no logró, la oración lo hizo posible. Atrapa el secreto de un ministerio bendecido: ¡la predicación sin la oración es un tiro al aire! La predicación tiene su parte, pero es la oración la que logra el resultado final porque fue después de que el profeta llamara al Espíritu que los huesos comenzaron a vivir. ¿Has trabajado duro sin resultados? ¡Prueba con la oración! Llama al Espíritu y Él vendrá sobre el gélido invierno de la tribulación o la cálida brisa de la prosperidad. ¡Ora para que la obra se concrete con resultados extraordinarios!
Nota. Los huesos secos son “símbolo del pueblo” de Dios, Ezequiel 37:11 (PDT). La condición de toda la nación se parecía a huesos secos y blanqueados. Ellos decían: “Tenemos secos los huesos, nos quedamos sin esperanza, estamos acabados”, Ezequiel 37:11 (PDT). ¿Es esa tu situación? ¿Están tus hijos sin esperanza? ¿Tu matrimonio arruinado? ¿Está tu vida o ministerio sin vida? Invoca al Espíritu y recibe esta promesa: “Así dice el Señor… pueblo mío, yo abriré sus tumbas y te sacaré de ellas con vida… pondré en ustedes mi Espíritu y vivirán…”, Ezequiel 37:12-14 (PDT, BLA). ¡Cuánta revelación y esperanza encontramos en este pasaje! Todo siervo de Dios debe saber que su ministerio es hacer oír la voz de Cristo a los muertos espirituales; debe proclamar y anunciar audazmente la Palabra de Dios, luego orar y esperar pacientemente la obra del Espíritu. El siervo de Dios debe saber que la obra del Espíritu es esencial para el avivamiento y que el Espíritu obra mediante un proceso. Y por sobre todas las cosas el siervo de Dios debe saber que aunque la situación parezca insalvable nunca estará más allá del poder transformador del Espíritu Santo. ¡Ninguna causa está perdida cuando el Espíritu Santo interviene! El Espíritu Santo puede convertir el desierto en un valle fértil: “… Con su poder creador convertirá el desierto en tierra fértil, y la tierra fértil… será mucho más fértil”, Isaías 32:15 (TLA, DHH). ¿Te das cuenta? ¡Los tiempos difíciles duran hasta que Dios aparece! Si tú se lo permites, el Espíritu Santo podría hacer la gran diferencia. ¿Existe algún gigante merodeando tu familia? ¿No ves resultados de tu trabajo ministerial? “… Llama al Espíritu” y dile “sopla sobre estos muertos para que vivan”, Ezequiel 37:9 (BLA). Luego confía en Dios y en su promesa: lo que está seco reverdecerá y lo que ya produce frutos producirá aún más, ¡tal abundancia de frutos que tu antigua vida se parecerá a un desierto infructífero!
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