356: Jesús es navidad - 22/12/2024 - #1331
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Pastor José Luis Cinalli
22/12/2024
Jesús es navidad
22/12/2024
Jesús es navidad
Un hombre rico y su hijo compartían una gran pasión por el arte. Tenían una colección que incluía desde Picasso hasta Rafael. A menudo, se sentaban juntos a admirar las hermosas pinturas. Un día, el hijo fue convocado a la guerra y valientemente murió en batalla mientras rescataba a otro soldado. El padre sufrió profundamente la pérdida de su querido y único hijo. Un mes más tarde, justo antes de la navidad, alguien tocó a la puerta. Se trataba de un joven que traía en sus manos un regalo para él. Se presentó diciendo: “Señor, usted no me conoce, pero yo soy el soldado por quien su hijo dio la vida. En realidad él salvó a muchos soldados aquel fatídico día. Cuando me socorría llevándome a la enfermería del campamento militar una bala le atravesó el pecho y murió instantáneamente. Él hablaba muy a menudo de usted y de su amor por el arte”. Fue entonces, en medio de un profundo recuerdo, que el muchacho extendió los brazos para entregarle el paquete: “Yo sé que esto no es mucho. No soy un gran artista, pero creo que a su hijo le hubiera gustado que usted recibiera esto”. El padre abrió el paquete y quedó sorprendido al ver el retrato de su propio hijo. Contempló con profunda admiración la manera en que el soldado había capturado la personalidad de su hijo en la pintura. El padre estaba tan atraído por la expresión de los ojos de su hijo que los suyos propios se llenaron de lágrimas. Agradecido por ese gesto ofreció pagarle al joven soldado el cuadro que le entregaba. “Oh no”, dijo el joven, “yo nunca podría recompensar lo que su hijo hizo por mí; es mi humilde homenaje con sincera gratitud”. El padre colgó el retrato encima de la repisa de su chimenea y, cada vez que los visitantes e invitados llegaban a su casa, les mostraba el retrato de su hijo antes de mostrar su famosa galería de cuadros famosos.
Meses después, el hombre murió y se anunció una subasta con todas las pinturas que poseía. Muchas personas importantes e influyentes acudieron con grandes expectativas pensando en quedarse con alguno de esos famosos cuadros de la colección de aquel hombre. Lo curioso fue ver el retrato del hijo sobre la plataforma. El subastador golpeó su martillo para dar inicio a la subasta. “Empezaremos la subasta: en primer lugar ofreceremos el retrato del hijo. ¿Quién ofrece por este retrato?” Hubo un gran silencio. Entonces una voz del fondo de la habitación se dejó oír: “queremos ver las pinturas famosas, ¡olvídese de esa!”. Sin embargo el subastador insistió: “¿alguien ofrece por esta pintura?” Otra voz se escuchó en el auditorio con gran enojo: “no venimos por esa pintura, vinimos por los Van Goghs, los Rembrandts y los Picasso. Vayamos a las ofertas de verdad”. Pero aun así el subastador continuaba su labor: “El hijo. El hijo, ¿quién se lleva el cuadro del hijo?”. Finalmente alguien levantó su mano e hizo su oferta. Se trataba del viejo jardinero del padre y del hijo. Siendo un humilde anciano y jubilado lo único que podía ofrecer eran 10 pesos. “Tenemos $10. ¿Quién da $20?, grito el subastador”. La multitud se estaba enfureciendo. No querían la pintura del hijo, querían las grandes obras que representaban una valiosa inversión para sus propias colecciones. El subastador golpeó por fin el martillo y dijo: “Va una, va dos, ¡VENDIDA al jardinero por 10 pesos!”.
Fue en ese momento que el auditorio se llenó de expectativas y uno dijo: “¡empecemos con la colección! El subastador soltó su martillo y dijo: “Damas y caballeros, lo siento mucho, pero la subasta llegó a su final”. “Pero, ¿y las pinturas?”, dijeron los interesados. “Lo siento”, contestó el subastador. “Cuando me llamaron para conducir esta subasta, se me informó de un secreto estipulado en el testamento del dueño. Yo no tenía permitido revelar esta cláusula hasta este preciso momento. Solamente la pintura de “EL HIJO” sería subastada. Aquel que la aceptara, heredaría absolutamente todas las posesiones de este hombre, incluyendo las famosas pinturas. ¡El hombre que aceptara quedarse con “EL HIJO” se quedaría con TODO!
¿Qué hijo? ¿El de José y María? Mucho más que eso. Se trata del Hijo de Dios. El ángel le dijo a María: “Tu hijo será el Santísimo Hijo de Dios… el Hijo del Altísimo”, Lucas 1:35 (NT-BAD) y 1:32 (PDT). Juan el Bautista declaró: “… Él es el Hijo de Dios”, Juan 1:34 (NT-BAD). Y el apóstol Pablo agregó “el todopoderoso Hijo de Dios…”, Romanos 1:4 (NT-BAD). La Navidad es un recordatorio de que Dios nos ha regalado a su Hijo para socorrernos en la guerra contra el pecado y Satanás. Así como el subastador, su mensaje hoy es: “el Hijo, el Hijo, ¿quién se lleva el Hijo?”. El que se queda con el Hijo, se queda con todo. Y lo más importante de ese todo es su amistad. Dios nos ofrece su amistad.
La Navidad es un recordatorio de que Jesús nació. Y es costumbre que quien cumple años recibe regalos. Los sabios que vinieron del oriente trajeron un presente para Jesús. Pero generalmente en el día que recordamos el nacimiento de Jesús somos nosotros los que nos hacemos regalos. Renunciemos al egoísmo y en esta navidad que sea Jesús el que reciba un regalo de nuestra parte. Quizás el mejor regalo que Él pueda recibir de nosotros sea aceptar su guía, su señorío y su amistad cercana. Dios nos ofrece el mejor regalo en la persona de su hijo. Quedarnos con el Hijo sería el mejor regalo que podríamos hacerle a Dios el Padre.
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